Quién iba pensar que te robarías -sin el menor pudor- toda nuestra atención hacia ti. Que las noches en las que tu madre debía ausentarse para trabajar, tus llantos serían tan conmovedores como el gorjear del canario abatido por la tristeza de saberse abandonado en el nido, para luego sentir la serenidad en los brazos que siempre estuvieron presto a calmar tus arrebatos madrugadores, brazos que estarán siempre a tu total disposición.
Aún siento los rigores de tus dientes sobre mi hombro, tratando quizá de comprobar si solo soy un espectro que se difuminará en el algún momento. Te equivocas sobrino mio, pues te has convertido sin proponértelo en 'lo más importante que me ha ocurrido en la vida'. Me dejaste sin habla cuando hoy de tus labios brotó la palabra: Tío.
Solo unas lágrimas expresaron la inconmensurable alegría que me estás entregando..........