Según algunos antropólogos, el hombre logró emitir sonidos por primera vez cuando sintió dolor y miedo. Eso -para nuestra especie- fue el inicio de una nueva era en la que aprendió a expresar sus deseos e intenciones, según las circunstancias. Creó y aprendió también a generar nuevos sonidos utilizando muchos instrumentos, en especial aquellos de aire, en las que plasmaba sus alegrías, tristeza, sueños, anhelos, etc.
Ahora, en pleno siglo XXI, el humano continua generando nuevos sonidos, de los ya aprendido de sus antepasados, para expresar sus intenciones; utilizando un pequeño instrumento que se encuentra cerca a él cada vez que está al volante, realizando algún viaje en la ciudad de la furia en la que se ha convertido Lima.
Y ese instrumento místico es el Claxon.
Dicho artilugio -que parece haber sido una creación divina- sirve para hacer amena las mañanas durante las famosas Hora Punta (dícese así a la hora de mayor congestión vehicular). Estos noveles artistas se sienten inspirados y omnipotentes cada vez que de ellas salen notas graves de 160 decibeles con las cuales suelen arrear el tránsito, emulando al gran Hendrix en la guitarra, o tal vez a John Boham en la batería. Los conductores de este zoológico llamado Lima se inspiran muchísimo más cuando se encuentran en una congestión vehicular, de preferencia cerca a colegios, hospitales o zonas residenciales, entonces es allí cuando todos -al unísono- presionan sus claxons para que los oigan hasta en el mismísimo infierno, y para que se entere dios de quién es el que manda en la tierra.
Estuve a punto de unirme a este coro angelical durante la mañana cuando me encontraba en la Av. Javier Prado, y estando lo suficientemente motivado y listo para brindarle una serenata a esta ciudad, me vi en el espejo retrovisor, me miré directo a los ojos y me mandé a la misma mierda por andar jodiendo el descanso y la tranquilidad de la gente.
Y ya se viene la Cumbre APEC, ay mamita, dame paciencia........