He decidido no contribuir con el caos. ¿Y cómo es eso??.... Me explico. Mi destino diario se encuentra a 5 kms. de distancia, es decir que lejos no está, así que todas las mañanas que debo acudir a cumplir con el castigo divino (Dios dijo: "Te ganarás el pan con el sudor de tu frente" Génesis 3:19) -los demás lo llaman 'trabajo'- procedo hacerlo completamente a pie. Ajá... seguro dirán, que duro es este webón, no.
Nada que ver, me da igual que hayan subido los pasajes estos querubines del volante. El punto es que me prometí no usar esas naves del averno, o bueno, no usarlos la mayor cantidad de veces que sea posible. ¿A qué se debe este repentino y consciente apreció al medio ambiente???.... Pues me harté de viajar como pollo en jabas.
De sentir el 'aroma' de los angelicales cobradores, muchos pasajeros aportan lo suyo también - carajo, hasta 23 personas en un vehículo de 4.50 de largo, 1.60 de ancho y 1.40 de alto- qué se puede exigir. Además de oír la prodigiosa voz, cercana a barítono, de los cobradores al momento de 'llamar pasajeros', y peor aun, oír el dialogo educativo y edificante entre estos (conductor y cobrador), y más aun, sazonado con el volumen al mango de la radio, e inmisericordemente aun, sintonizado en alguna emisora que se arroga la propiedad de la cumbia o reggeaton. Aclarando que me es indiferente los gustos de la zoociedad limeña, por mí, que pongan la Novena sinfonía de Beethoven o el último hit de William Luna, me da igual; lo que jode es que lo hagan con el volumen al mango para demostrar que los 150 decibeles que arroja la radio no es para niñatos.
Así que la famosa "causa y efecto" se cumple en mí. ¿Cómo así??... Pues a causa de acostarme más temprano -por eso mi ausencia estas semanas- a producido el efecto de no poder escribir por las noches. Gracias a todos aquellos -solo fueron tres gatos- que preguntaron que me sucedía. Bueno pues, el misterio ha sido despejado.