Y en medio de plena cumbre APEC, mi anhelo al respecto de la desaparición del humano se ha visto fortalecida por la ausencia de combis, buses, taxis, ambulantes, perros callejeros, y lo mejor de todo, la desaparición casi divina de personas en las calles de esta ciudad de la furia. Sin la necesidad que dios aplique nuevamente su ira sobre la tierra, sólo bastó que un decreto concediera días no laborables jueves, viernes y sábado, para descubrir que el planeta sería diferente -muchos creemos que mejor- con la evaporación de humanos.
Y claro, los que viven -algunos lo llamamos castigar- en esta ciudad, se han lanzado cual oleadas de langostas hacia las pequeñas provincias. Y los pobres -en el sentido afectivo- pueblecillos tendrán que soportar la embestida de los representantes de la felicidad, el respeto, el aprecio, la cultura y del desarrollo humano, que es lo que poseen los que provienen de las urbes. Pero llegará el día Lunes y nuevamente esta ciudad se convertirá en lo que siempre fue; "Lima la horrible".
Aunque siendo honestos, y parafraseando a Robles Godoy en una entrevista que concedió a un diario local:".....este país es hermoso, lo que joden son los que lo habitan".
El maestro habló.