Mi misantropía algunas veces es demasiada perseverante, pero allí estaba, hacía tanto que no nos leíamos, casi dos meses de ausencia mutua, probablemente. Pero cuando nos dimos el saludo de rigor, sentí como si nunca hubiese transcurrido el tiempo entre nosotros. Ella fue para mi la que me inició en esto de la Infiernet y, con ayuda de un accidente de transito, la que permitió que mi adicción se acrecentara.
Conversamos tanto que no sentí la inclemencia del reloj y es que fue tan relajante su presencia al otro lado del monitor, que cuando se marchó, mi vacío existencial volvió. Pero fue por poco tiempo, pues esta otra vieja amiga que siempre estuvo en mi mente, aunque con un largo silencio de ausencia, me preguntaba como me encontraba.
Reí y fui feliz nuevamente al enterarme de la suerte de las demás compañeras de ocio y diversión, descubrir que Isabel, aquella que me contaba sus cuitas, ya se encuentra en los yunaites, que Ariadna se casó y que ella estaba por seguirle los pasos. Siempre digo que: 'la felicidad de mis amigos es mi felicidad'. Algunas veces......
Y cuando ya no tendría más sorpresas, encontré a una obsesión mía.
Alguien por quien alguna vez sentí de esos sentimientos estúpidos, algunos enajenados lo llaman amor, del cual te aferras conmovedora y estúpidamente, para que luego te des cuenta que solo era una ilusión obstinada. Por eso su presencia solo sirvió para reafirmarme que 'amor de lejos, felices los cuatro' y también para borrarla de la lista de contactos. Afortunadamente recuperé la cordura y la sensatez.